martes, 10 de enero de 2017

¿Por qué he adoptado a Elena Fortún?

Cuando me decidí a participar en el proyecto de Adopta una autora, no tardé mucho en decantarme por Elena Fortún. Tuve alguna duda, porque acababa de leer un libro que me había gustado mucho La historia del amor de Nicole Krauss y me intrigaba esta autora estadounidense de mi generación. Pero no me terminaba de convencer. Y el nombre de Elena pululaba alrededor de mí, como una niña tirándome de la falda intentando llamar mi atención. Una niña que me iba a demandar esfuerzo, ilusión y ganas de aprender. Y tras barajar otros nombres como Stella Gibbons o María Teresa León decidí que Elena tenía que ser la elegida para ser mi primera autora adoptada.

Yo a Elena (que no era Elena si no Encarna) la he conocido hace poco, no me siento orgullosa de esta ignorancia, pero mejor tarde, y ahora ya no me puedo separar de ella. Todo sucedió el pasado mes de octubre. En la biblioteca de mi barrio, que no tenía nombre, comenzaron a aparecer expositores con periódicos donde publicó artículos, libros suyos, libros sobre ella, marca páginas y actividades relacionadas con Elena Fortún que, según parecía, era la escritora de Celia. A Celia sí que la conocía porque en los años 80 hubo una serie de televisión, a la que yo no le había prestado demasiada atención, porque todo lo que fuera español, antiguo y con una niña rubia con lazo, no me atraía para nada. La intransigencia y la ignorancia de la juventud, me hicieron pasar por alto una parte muy importante de nuestra cultura.

Y por qué ese boom de cosas relacionadas con Elena Fortún, pues porque la biblioteca de mi barrio no tenía nombre y su nombre, a partir de entonces, iba a ser el suyo. Me intrigó, no por nada en particular, si no porque desde hace un par de años todo lo que tenga que ver con mujeres que hicieron y hacen cosas de las que apenas se habla me interesa, así que empecé a indagar. Primeramente fui a Internet, claro, y ahí encontré el audio de unas conferencias que dio Carmen Martín Gaite en la Fundación Juan March a principio de los 90 sobre Elena Fortún. Las descargué en la tablet y comencé a escuchar. Fascinada, no sólo por cómo lo contaba Carmen, sino por lo que contaba, iba por la casa con la tablet, mi hija me preguntaba intrigada quién era esa señora que hablaba, yo iba limpiando de una habitación a otra con la tablet en la mano. Y ahí comenzó el idilio que continuó el lunes siguiente cuando en la biblioteca se presentó oficialmente el nombre de la biblioteca con una mesa redonda sobre Elena Fortún. Se puede decir que yo era de las más jóvenes de la sala (y eso que ya peino muchas canas), había personas muy ancianas allí. La directora de la biblioteca hizo una introducción muy apasionada y luego hablaron María Jesús Fraga Fernández-Cuevas y Nuria Capdevilla-Agüelles (dos de las personas que más saben sobre Elena Fortún) y una breve intervención de Paloma Gómez Borrero. Aquella tarde ya no pude ignorar nunca más a Elena y a su Celia. Saqué libros de la biblioteca y nuestro idilio pasó a relación, Elena formaba ya parte de mi vida y no sólo de la mía, porque lo más bonito de todo, no es sólo lo que estoy descubriendo y aprendiendo de esta increíble mujer, si no que mi hija hace un alto en sus Harry Potter y Diarios de Nicky para que leamos juntas Celia y no me deja que lea sin ella y según van pasando las peripecias de Celia, vamos constatando que Celia es genial. Así que sí, como todo el mundo decía aquella tarde de octubre, Celia ha sobrevivido a los años, a las décadas, a generaciones de niños y, aunque a mí se me escapó, el interés que Celia ha despertado en mi hija, cuya vida es tan diferente de la de las niñas de hace cien años, demuestra que Elena Fortún creó lo que sólo hacen los grandes, un personaje capaz de sobrevivir el paso del tiempo.

Elena Fortún y Celia, merecen todo el reconocimiento que se les pueda hacer. Merecen ser leídas, disfrutadas y admiradas. Afortunadamente, podemos disfrutar de nuevas reediciones de sus libros y de la publicación póstuma de su novela más personal Oculto Sendero. Y próximamente, iré publicando post sobre Elena (que era Encarna) y aportaré mi humilde granito de arena para que todo el mundo sepa lo maravillosa que fue y la importancia de su aportación a nuestra literatura.

Ah, sí, la biblioteca ahora es Biblioteca de Retiro Elena Fortún y cuando vas llegando un enorme cartel te recibe con una preciosa ilustración de Fernando Vicente en la que Elena, con sus enormes y expresivos ojos sostiene un libro de Celia. Y Elena nos dice a todos los que pasamos el umbral: “Sólo quiero leer, leer todos los libros que hay en el mundo…”



Este post forma parte del proyecto Adopta una autora.

4 comentarios:

  1. No conocía a esta autora pero por cómo nos haz hablado de ella me la anotó. Saludos!

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  2. Me alegro, espero que te llegue a gustar tanto como a mí.

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  3. ¡Qué preciosa esta entrada! Me ha gustado muchísimo. Me he sentido muy identificada con la experiencia relatada. ¡Queremos saber más!

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